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¡Que gran invento el ascensor!, decía mi abuela allá por los años 60. Y en verdad, si uno se pone a pensar, este medio de transporte vertical ha sido un verdadero motor del desarrollo, al permitir la edificación en altura sin que dejáramos los pulmones en las escaleras.
A principios del siglo pasado, la mayoría de las edificaciones era de no más de tres pisos y eso daba a las ciudades una apariencia de chatura y amplitud a la vez, permitiendo la llegada del sol a casi todas las calles durante buena parte del día.
A partir de la aparición de los ascensores, se comienza a ganar en altura y esbeltez de los edificios y comienza a crecer una industria que mueve (hacia arriba y hacia abajo) muchos miles de millones de dólares en todo el mundo.
Consecuentemente, comienzan a aparecer los riesgos en su instalación y uso. Es así que los primeros ascensores sólo contaban con una jaula metálica muy artística, pero que permitía sacar algunas partes del cuerpo hacia afuera de la cabina, con el consiguiente peligro de golpes o atrapamientos. En forma similar, se producían muchos accidentes durante la instalación pero, lamentablemente, en esa época no se llevaban estadísticas y los operarios eran descartables. Además, por ese entonces no existía el control periódico de frenos y cables, por lo que los peligros se multiplicaban: sin embargo, existía la "sana" costumbre de sobredimensionar los espesores, por lo que era raro que un ascensor se cayera por rotura debido a la fatiga del material.
A medida que pasa el tiempo el ascensor evoluciona y alrededor de 1930 comienzan a automatizarse, a incorporarse puertas automáticas, y a mejorarse los sistemas de freno, transmisión y cables. A partir de 1950 se comienza a pensar en cabinas "inteligentes", pero no se puede impedir que los riesgos aumenten por la estupidez humana. Es así que comienzan a aparecer los accidentes por puertas que se abren sin que el ascensor esté en el piso, niños que sacan los pies o manos fuera de la cabina y sufren amputaciones, cables que se cortan, frenos que no funcionan, etc. En la Argentina, algunos municipios reaccionan recién a fines de la década del 90 promulgando ordenanzas que obligan a los propietarios de ascensores a contar con profesionales que los controlen. Se crean registros para estos fines, y se acentúan las inspecciones.
Pero queda una faceta sin cubrir, que ha tomado más auge a partir de la tragedia de Cromagnon y que tiene que ver con las actitudes de las personas ante un incendio. En especial con respecto al uso de los ascensores.
Hemos leído hace poco tiempo que dos personas, un policía y un bombero, han muerto a causa de las quemaduras recibidas durante un incendio en el edificio que alberga a las Galerías Jardín, en la calle Florida. Leyendo con atención de varias fuentes, he decidido hacer un análisis de la situación antes de echarle la culpa al ascensor.
En forma resumida, podemos decir que los bomberos que acudieron al lugar a apagar el incendio declarado en el 6to. piso, al no poder usar con comodidad las escaleras, decidieron utilizar el ascensor hasta el 4to. piso y desde allí, llegar con las mangueras hasta el 6to. ¿Fue esto comodidad o falta de previsión en la construcción del edificio? Los ascensores en este caso están agrupados en el centro de la planta, dan a un lobby común en cada piso, y de este se accede en forma directa a las oficinas. Las escaleras, en cambio, se encuentran lejos de este lugar y no hay acceso directo a ellas en caso de que los ascensores no funcionen, de modo que se debe atravesar las oficinas para alcanzarlas. Es decir que, para llegar a determinadas zonas de oficinas, el acceso desde las escaleras era muy dificultoso. Por eso los bomberos decidieron habilitar los ascensores hasta el piso 4 y continuar por la escalera hasta el 6to.
Y aquí estuvo, a mi modesto juicio, el principal error. Tanto el bombero como el policía, que habían tomado diferentes ascensores, se dirigían al piso 4 para continuar después por escalera y ayudar a evacuar personas, cuando podrían haber subido desde la planta baja por las escaleras. Ambos ascensores subieron directamente hasta el piso 6to. y abrieron sus puertas, tras lo cual ambos hombres se asfixiaron y quemaron.
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